Hacia una tipología de casos de éxito en acceso a la información pública
Por Samuel Bonilla
Ejercer el derecho de acceso a la información pública (DAIP)
no necesariamente implica aprovecharlo. Sus beneficios son muy variados, y conviene
divulgarlos para que más personas puedan emularlos o ampliar su diversidad. Cuando
los ciudadanos de a pie puedan vincular la utilidad de este derecho con la
solución de problemas de su cotidianidad habremos logrado un avance sustantivo
hacia la expansión de su uso y, lo más importante, de su aprovechamiento.
Por ello es necesario desarrollar procesos de socialización
del DAIP que, además de instruir a las personas acerca de cómo ejercer este
derecho, les ayuden a aprovecharlo y les muestren cómo otras lo han logrado.
Durante los primeros talleres del programa Transparencia para Tod@s –dirigidos a
formar usuarios del DAIP– varios participantes desconfiaban de los casos de
éxito en el uso de leyes de transparencia que les mostrábamos, porque habían
ocurrido en otros países. Argumentaban que la realidad mexicana es tan peculiar
que difícilmente ese tipo de casos podrían suceder en nuestro país. ¿Cómo
desarmar esas objeciones que nos impedían avanzar? Sólo con casos locales y, de
preferencia, propios al contexto social del ciudadano de a pie, que ha sido nuestro
público meta.
Lo que no imaginamos es que de los mismos talleres surgirían
varios casos de éxito que enriquecieron sus propios contenidos. Aprendimos que
esos son resultados que pueden ocurrir cuando la enseñanza del DAIP trasciende
el campo de la teoría y se desarrolla, además, en el terreno práctico y con
aplicaciones que surgen de las propias necesidades e intereses de los
aprendices. Lo que además es una de las mejores formas para que las personas le
encuentren sentido al derecho de acceso a la información pública.
Definimos un caso de éxito en DAIP como aquella experiencia
de uso de este derecho que contribuye a generar un beneficio para el usuario o
para terceros, sin importar su magnitud o alcance.
Cuando los primeros casos de éxito empezaron a surgir en
nuestros talleres, tratamos de identificar factores comunes que contribuyeron a
su construcción. Nos preguntábamos por qué sólo algunas personas podían
resolver problemas o necesidades usando el DAIP y muchas otras no. ¿Habría
elementos comunes que componían los casos de éxito que pudieran ser imitables
para que otras personas pudiesen también obtener resultados positivos?
Después de varios intentos fallidos pudimos construir una
propuesta de clasificación de casos de éxito en DAIP, compuesta por tres
categorías.
Categoría 1. Función cognitiva
del DAIP. La información en sí misma representa el beneficio pretendido por
el solicitante.
Se
encuadran aquí los casos más simples del aprovechamiento del DAIP. Quienes
buscan o solicitan información sólo desean saber algo concreto: El costo de
determinada obra pública, el monto de los recursos económicos otorgados a los
partidos políticos en cierto período, los criterios en que se basó determinada
acción de gobierno, los requisitos para solicitar un servicio gubernamental o
para ser acreedor de los beneficios de un programa social, por ejemplo.
Veamos un
caso de la categoría uno. Durante un viaje por carretera, a principios de 2009,
el protagonista de este caso observó varios letreros alusivos a la “Ruta 2010”,
y tuvo interés en saber el gasto que se había realizado para ello. Entonces
envió la siguiente solicitud de información a la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes: “¿Cuál fue el precio de los anuncios a los costados de las
carreteras y otras vías de comunicación que señalan la ruta 2010?”
Pocos días
después recibió la respuesta: “La inversión para la instalación del
señalamiento para los festejos del bicentenario de la independencia “Ruta 2010”
fue de 61.27 MDP, instalándose 14,797 señales de dimensiones y configuraciones
diversas, en una longitud de 9,208.1 km.”.
Una vez que
el usuario del DAIP ve satisfecha su necesidad informativa, que es lo único que
pretendía, estamos ante un caso de éxito de la categoría uno. Este tipo de
experiencias, además de las aportaciones de conocimiento que genera a sus
protagonistas, tiene el valor potencial de poder posibilitar, con la presencia
de otras variables, casos de éxito de las siguientes categorías.
Categoría 2. Efecto reactivo. El efecto producido por la solicitud
de información genera o contribuye a lograr el objetivo pretendido u otros
beneficios. La respuesta formal a la solicitud resulta secundaria o
irrelevante.
En esta categoría el beneficio no
está asociado a la información que se reciba de parte de los sujetos obligados.
Es más, los beneficios pueden ocurrir aun sin respuesta formal a la solicitud
de información. Es la reacción del sujeto obligado la que genera una respuesta
en especie, en los hechos, la cual detona acciones que benefician al solicitante
de información o a terceros.
Este tipo de resultados no
podrían ocurrir con sistemas de datos abiertos o en la vertiente de las obligaciones
de transparencia (información pública de oficio), en los que la persona
interesada accede de manera directa, por lo general vía Internet, a la
información que requiere. El factor clave en la categoría dos es la solicitud
de información en el escritorio indicado. Las solicitudes de información pueden
recorrer varios escritorios antes de que la respuesta se entregue al
solicitante, en algún escritorio un servidor público decide tomar acciones
respecto al fondo del asunto de la solicitud, mientras que la respuesta
documental puede seguir un curso independiente a la acción producida.
Hay que admitir la posibilidad de
que algunos casos considerados en principio en esta categoría pudieron haber
sido meras coincidencias con acciones de gobierno que estaban programadas con
antelación a la solicitud de información. Pero en otros, la relación entre la
solicitud y la acción gubernamental es indudable.
Ilustremos esta categoría con un
caso concreto. En un pequeño municipio de Puebla, una habitante de una colonia
de reciente creación que carecía de alumbrado público, se enteró que la obra
que les dotaría de ese servicio iniciaría en agosto de 2010. Sin embargo, no
inició. En cierta ocasión que ella se encontró en la calle con el presidente
municipal le preguntó cuándo iniciaría esa obra, él le respondió con desdén:
“Un día de estos”. Pero la obra seguía sin iniciar.
Entonces ella hizo una solicitud dirigida al presidente
municipal en la que le pide información de los programas de obras considerados
para su comunidad específica en el presupuesto 2010, y que describa cuáles ya
se realizaron y cuándo se realizarán las faltantes.
A finales de noviembre de ese
año, durante su exposición de resultados de las solicitudes que realizó en el
taller, ella narró lo que ocurrió después: “Entregué la información por
escrito, no me ha contestado el presidente municipal, y lo he visto pero me
saca la vuelta. Yo entregué mi solicitud el jueves, para el martes siguiente ya
habían colocado los postes. Y el viernes nos avisaron que el día de mañana
extienden el cableado para que los que tenemos ya contrato hagamos nuestras
“bajadas” al frente de nuestra casa. La obra beneficia a nuestra calle y a
otros 10 ó 15 vecinos más. No me han contestado de manera escrita pero el hecho
cuenta mucho”.
Categoría 3. Función instrumental del DAIP. En el contexto de esta
categoría, el ejercicio del derecho de acceso a la información pública puede carecer
de sentido si no somos capaces de eslabonarlo adecuadamente al derecho o
beneficio ulterior que pretendemos gozar. Es decir, a la información obtenida es
necesario darle usos adecuados para aproximarnos o alcanzar el objetivo
pretendido.
La función instrumental del DAIP eleva su potencial cuando
el solicitante de información dispone de la capacidad, la asesoría o la
gestoría calificada respecto a cómo utilizar la información obtenida como
insumo estratégico –en acciones, trámites o procedimientos– para la exigibilidad
y disfrute de otros derechos o el alcance de determinados propósitos.
Si bien esta categoría es la más compleja de las tres
referidas, porque demanda acciones adicionales por parte del usuario del DAIP,
suele ser en la que se producen los resultados más significativos.
Al trayecto del punto en que los solicitantes reciben
información vía el DAIP hasta el punto de usarla de manera adecuada para
obtener un provecho, es lo que denominamos el cruce del “río de cocodrilos”. Con
esta expresión nos referimos a los desafíos jurídicos, burocráticos o políticos
que exige eslabonar este derecho con otros derechos para poder obtener
beneficios ulteriores. Un “río” constituido en gran medida por el
desconocimiento del ciudadano de a pie respecto del significado y valor
potencial de la información recibida, o acerca de gestiones y procedimientos; y
que representa una gran área de oportunidad para la intervención de los órganos
garantes del DAIP.
En algunos casos de la categoría tres, el uso que debe
dársele a la información para alcanzar los resultados pretendidos no está
restringido a una manera específica. Es decir, puede haber diferentes formas de
usar la información que contribuyan a alcanzar el mismo objetivo. Lo cual
aumenta las posibilidades de éxito.
En ocasiones, lo que conduce a lograr el objetivo pretendido
no es sólo el uso dado a la información en procedimientos administrativos, sino
su combinación con otras aplicaciones complementarias de la información como su
difusión en medios informativos o en expresiones públicas de inconformidad
ciudadana.
Revisemos un caso de éxito de la categoría tres. Una
bibliotecaria que realizó estudios de posgrado en el extranjero llevaba poco más
de dos años de espera para que la Secretaría de Educación Pública se los
revalidara. Ése fue el elemento detonador de este caso.
Después de intentar infructuosamente acelerar su trámite,
ella envía a la SEP una solicitud de información en la que pide “el tiempo
estimado que lleva realizar el trámite de revalidación nacional de estudios a
nivel maestría realizados en el extranjero”.
La respuesta asienta que “el plazo
para entrega para las resoluciones de dictamen técnico y revalidación parcial
es de 15 días hábiles. Para trámites de revalidación total el plazo puede
extenderse, el promedio suele ser de 3 a 4 meses (…)”.
Cruzar el río
Como podemos apreciar, aquí
terminó el uso del DAIP pero el problema que la protagonista intenta resolver
sigue intacto. La respuesta que recibió sólo ha servido para documentar su
enojo y frustración. Ella se encuentra justo en la ribera del “río de
cocodrilos”, para que logre resolver su problema debe cruzar el río y llegar a
la otra orilla.
Es en este punto donde la
propaganda simplista de los beneficios del DAIP puede resultar contraproducente
a la socialización de este derecho. ¿Cuántos usuarios del derecho de acceso a
la información pública, con la información ya en sus manos, terminan como
damnificados del “río de cocodrilos” y decepcionados de este derecho? Me atrevo
a decir que no son pocos.
Cuando en los talleres analizamos
casos de éxito de la categoría tres nos detenemos en el momento en que los
solicitantes reciben la información que pidieron y su problema continúa sin resolverse,
y entonces preguntamos a los participantes qué uso le darían a esa información
para solucionar el problema en cuestión. Las respuestas son muy diversas.
De las capacidades de que disponga
cada usuario dependerán sus posibilidades de eslabonar en forma adecuada o no
el DAIP con el derecho que persigue. Y en el ámbito de los ciudadanos de a pie
debemos reconocer que predomina la insuficiencia de esas capacidades para
alcanzar sus propósitos. Sin asesoría calificada muchos de esos ciudadanos no
cruzarán –no están cruzando– el río. Qué decir de quienes ni siquiera tienen a
su alcance la posibilidad de elaborar y enviar de manera adecuada una solicitud
de información y darle el seguimiento pertinente.
En el caso que estamos revisando,
la protagonista entregó la respuesta de la SEP al órgano interno de control de
esa secretaría, junto con la información relativa a su trámite de revalidación
de estudios. Tres semanas después la SEP le informó que ya podía pasar a
recoger la resolución de su revalidación de estudios.
Este caso es muy significativo porque se ha convertido en un
“caso madre”. Su exposición y análisis en un taller motivó, inspiró a una
servidora pública –que enfrentaba un problema semejante– a utilizar el DAIP
para poder resolverlo también.
Con asesoría adecuada varios de los protagonistas de casos
de éxito de la categoría uno podrían convertir su experiencia en una de la
categoría tres. La diferencia puede ser sustantiva.